¿Qué se nos viene a nuestra experiencia? ¿Será que no se nos ocurre, qué hacer con nuestro tiempo sin un fin predeterminado? El coronavirus nos obliga a colocar nuestra mirada hacia el interior de nuestra vida familiar…a centrar nuestra atención, dedicación y energía en primera instancia, a nuestros hogares. Estamos acostumbrados a ocupar nuestro tiempo en el trabajo, el club, llevar nuestros hijos a un cumple, desarrollar actividades agendadas, bien programadas; y de un día para el otro tenemos tiempo, “mucho tiempo”, estamos todos en casa (o casi todos) y ”mejor no salir”, “no realizar actividades grupales”, “no tener casi contacto con otros…”
Nos surgen preguntas desde lo más profundo, escuchamos opiniones de todo tipo, buscamos a quién responsabilizar…buscamos respuestas a la pregunta ¿por qué? y quizás nos hacemos la pregunta equivocada… Mejor nos podemos hacer otra pregunta: ¿para qué? ¿qué podemos aprender de esta situación? ¿qué posibilidades se nos abren ante lo que vivimos como sociedad?
En nuestra familia tenemos la oportunidad de charlar, jugar, compartir, encontrarnos; una oportunidad única. Puede ser un tiempo de profundidad, de fortalecer vínculos y de recrear nuestras relaciones.
Puede ser un tiempo para mirar hacia nuestro interior y ahondar con nuestros hijos y con quienes compartimos la casa, experiencias de interioridad; algunos ejercicios de ir aprendiendo a saborear nuestro interior, a compartir lo profundo de nuestros sentimientos y valores, lo profundo de nuestras convicciones, de nuestra fe y de nuestra experiencia de Jesús. Un tiempo que desde la profundidad de nuestra reflexión familiar nos puede abrir a la solidaridad a desearle al otro que esté bien, que se cuide y no solo porque cuidándose él me cuida a mi, sino porque descubrimos cada día la importancia del otro para nuestro desarrollo humano, para ser feliz, para descubrir y encontrarnos con Dios…
Que en este tiempo en el que estamos compartiendo mucho más cerca físicamente, también podemos optar por hacerle tiempo a Jesús. El nos invita siempre a cambiar nuestros esquemas, nuestras prácticas, nuestros paradigmas… para acercarnos cada día más a quien sufre y nos necesita, reinventemos nuestras maneras y formas pero no perdamos el encuentro que es lo único que nos garantiza la cercanía de Dios.
Departamento de Pastoral