LAS HERMANAS DOMINICAS EN URUGUAY
1872 – Llegada a Montevideo de las primeras Hermanas Domínicas de Santa Catalina de Siena de Albi.
La Hna. Catalina Attané tenía 43 años, y 24 de vida religiosa. Ese año, fue enviada como priora a la casa de hermanas enfermeras de Génova, en Italia. Allí tomó a su cargo el cuidado de una joven enferma, a quien los médicos aconsejaron un viaje transoceánico y la permanencia por un largo tiempo en América del Sur, concretamente en Montevideo. La Hna. Catalina y su enferma se embarcaron pues, hacia el Río de la Plata. Sin embargo los beneficios esperados del viaje no se manifestaron, pues la paciente se agravó durante la travesía.
1° de diciembre de 1872 – La Hna. Attané y su enferma llegaron a la isla de Flores, para pasar cinco días de cuarentena en el lazareto de la isla. Dos días más tarde, la enferma murió y fue enterrada en el cementerio de la isla.
6 de diciembre de 1872 – Catalina desembarcó sola en Montevideo; no conocía a nadie, ni hablaba español. Fue alojada por las Hermanas del Huerto, en el Hospital de la Caridad, y después de pedir la atención religiosa de un sacerdote francés, tuvo ocasión de conocer al Padre Francisco Laphitz, de la comunidad de los Padres del Sagrado Corazón de Betharram. El Padre Laphizt, firme promotor de la enseñanza cristiana, obtuvo de la Hna. Attané la promesa de promover ante su superiora la fundación de una comunidad dominicana en Montevideo, que se consagraría al cuidado de los enfermos y a la educación cristiana de los niños.
10 de mayo de 1874 – Con la entusiasta autorización de la Madre Gérine, el primer grupo de cinco religiosas dominicas, de origen francés e italiano, que había partido de Génova en el vapor “Pampa”, llegó a Montevideo. Las Hermanas Catalina Attané, María de la Visitación Garabello, Josefa Fabbri, Inés y Dominga Percevalli fueron recibidas por Monseñor Jacinto Vera.
Con apoyo de los Padres Bayoneses, y especialmente del P. Laphitz, al que se sumaron los de las familias Jackson, Heber, Martínez, Caprario y Petit, entre otras, las Hermanas blancas se instalaron en una pequeña casa alquilada en la calle Maldonado, cerca del monasterio de las Salesas. Luego las religiosas se trasladaron a la Ciudad Vieja, a la calle Washington, a la calle Sarandí, a la calle Buenos Aires, donde estuvieron unos 15 años.
Noviembre de 1874 – la comunidad fue reforzada desde Francia con el envío de un segundo grupo de seis religiosas
Abril de 1875 – tercer grupo de tres misioneras llega a Montevideo.
Las Hermanas desarrollaron dos tareas: el cuidado de enfermos a domicilio, y la enseñanza dirigida a los niños, pobres y ricos.
La primera casa y colegio de las Hermanas Dominicas estuvo ubicada en la Ciudad Vieja hasta instalarse en la calle Cerrito, gracias a un legado de la Sra. Sofía Jackson de Buxareo”. Este colegio fue el Colegio del Sagrado Corazón o del Sacre-Coeur, que reunía una escuela gratuita y un colegio para la enseñanza del francés.
1876 – Se construyó el Convento de Santo Domingo, sobre el camino de los Pocitos, en las afueras de Montevideo, local que hoy ocupa nuestro Colegio.
La nueva casa, levantada gracias a la ayuda de la Señora. Clara Jackson de Heber, estaba destinada al descanso de las hermanas veladoras, y a la instalación del noviciado, pues crecían las vocaciones en Uruguay. Era una modesta construcción de un solo piso para descanso de las enfermeras y una sala para la Capilla.
Poco a poco fue necesario construir salones para las clases que se dictaban a las niñas del barrio: enseñanza primaria, francés y catecismo. El convento de Santo Domingo se transforma en la casa provincial de la congregación, para Uruguay y toda América del Sur”.
1883 – Fue necesario construir la Capilla que existe actualmente para que las alumnas pudieran asistir a la Santa Misa diariamente y a otros oficios religiosos.